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Valores
Educativos del Deporte
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ART?CULO
ORIGINAL |
Seirul-lo
Vargas, F. (1992). Valores Educativos del Deporte. Revista
de Educaci?n F?sica, 44, 3-11.
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1.
?Cu?ndo una Actividad Deportiva es Educativa?
2. ?Qu? es lo Educativo de la Pr?ctica Deportiva?
En Otros T?rminos: ?Cu?les son los Valores Educativos del Deporte?
3. ?Tiene el Deporte, en su Configuraci?n, Suficientes
Contenidos
para ser una Actividad Educativa?
4. Cr?tica del Deporte Realizado en la Escuela
5. Propuestas B?sicas para un Deporte Escolar Educativo
6. A Modo de Conclusi?n
Bibliograf?a
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Francisco
Seirul-lo Vargas
Universidad de Barcelona swiss replica watches
Instituto Nacional de Educaci?n F?sica de Catalunya, Barcelona.
Valores
Educativos del Deporte
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Hasta
hace pocos a?os era m?nima la repercusi?n de las actividades deportivas
en los centros escolares; la "pr?ctica" de la EF se reduc?a a
algunos centros privados, mayoritariamente de confesi?n religiosa. En
consonancia con este tipo de centros, los valores planteados en la
pr?ctica f?sica y/o deportiva acostumbraban, y acostumbran hoy en d?a,
a ser de tipo social, higi?nico y l?dico. Al implantarse de forma masiva
la actividad f?sica escolar se ha producido un fen?meno de "reducci?n"
de las reglas y maneras del deporte adulto para "adaptarlas" al
?mbito infantil, sin tener presente que un ni?o no es el resultado de
dividir matem?ticamente un adulto entre dos, sino que es una persona en
s? misma, con unas caracter?sticas propias a nivel biol?gico,
psicol?gico y f?sico.
El planteamiento de este art?culo se basa en actualizar los valores del
deporte a los de la sociedad actual, teniendo presente la vertiginosa
evoluci?n que ha sufrido. En una segunda parte, y con consecuencia de los
valores planteados en la anterior (agon, ludus y eros), se indica, analiza
y justifica la posible orientaci?n deportiva en el ?mbito escolar, en
base a las expectativas y capacidades de los alumnos que, no lo olvidemos,
es el protagonista de nuestra labor. |
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Que el deporte entra?a grandes valores educativos, es algo mayoritariamente
aceptado, y a primera vista parece tan evidente que el trabajo de demostrarlo no
justificar?a la menor p?rdida de tiempo. Pero lo evidente es a veces un tel?n tras el
que se esconden verdades poco claras. Es la pedagog?a, que no es una ciencia
exacta, y m?s concretamente la teor?a de la educaci?n, quienes deben esclarecer
si estas evidencias lo son ciertamente. Porque, ?qu? es lo realmente educativo, el
propio deporte o las condiciones en las que se realiza? ?Las caracter?sticas de la
pr?ctica motriz que desencadenan los reglamentos deportivos, o c?mo la interpretan los ?rbitros? ?El valor intr?nseco de
la pr?ctica deportiva, o la justificaci?n que hace de ella cada uno de los contendientes?. ?O todo ello?
Son muchas, sin duda, las preguntas que nos pod?amos hacer y nos sentimos empeque?ecidos
ante la magnitud de cuestiones por aclarar. En este trabajo, intentaremos echar luz
sobre alguna de ellas. ?Nos atrever?amos a asegurar, sin gratuidad, que el adulto que hizo deporte ha
tenido m?s posibilidades de ser mejor educado que aquel que no lo hizo? Educado, ampliando las tesis de Peters
{1966), ?alguien que se preocupe por la verdad?.
?Podemos decir que los sujetos que no realizan pr?ctica deportiva tienen carencias
en alg?n aspecto de su educaci?n? ?Cu?les son ?stas? Las respuestas afirmativas a cualquiera de las dos cuestiones
servir?an como argumento suficiente para asegurar unos valores educativos del deporte, y por lo tanto
proponer su pr?ctica, como insustituible, en el medio escolar. Ello ser? factible cuando de la primera
pregunta aclaremos lo que entendemos por educaci?n, y qu? tipo de actividades
deportivas realiz? aquel adulto considerado como bien educado. La segunda cuesti?n
nos obliga a analizar la pr?ctica deportiva, para poderla diferenciar del resto de
materias y capacitarla de forma incontestable como portadora de valores educativos
que las dem?s materias por s? solas carecen.
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1.
?Cu?ndo una Actividad Deportiva es Educativa?
Para nosotros lo educativo es lo conformador de la personalidad del alumno. Lo
referimos siempre a la optimizaci?n en la configuraci?n cognitiva del alumno, en l?nea con las teor?as de la Escuela
Nueva.
Para Le Boulch (1991) ?un deporte es educativo cuando permite el desarrollo
de sus aptitudes motrices y psicomotrices, en relaci?n a los aspectos
afectivos,
cognitivos y sociales de su personalidad?.
Lo educativo del deporte no puede estar fundado en base a una determinada
ideolog?a, sino hacerlo a trav?s de unos fundamentos filos?ficos que contengan
como referencia los valores humanos de autonom?a y libertad. A partir de ellos, se
debe construir un sistema capaz de superar cualquier marco ideol?gico
coyuntural.
Ya Clausse (1967) critica a la educaci?n sustentada por ideolog?as.
La ideolog?a que define los valores educativos del deporte actual es del siglo
XIX. Los valores higi?nicos y de salud, el hombre que supera a la naturaleza, y
otras connotaciones m?s modernas, que son una amalgama de ideales propios de
la sociedad consumista, y tecnol?gicamente industrializada, configuran el espectro
ideol?gico que soporta mayoritariamente la actual pr?ctica deportiva, que como
toda pr?ctica basada en..., sea la ideolog?a que fuere, es coyuntural y seg?n
nuestro entender, con unos valores educativos, si los hubiera, que deber?n ser continuamente
revisados. Brohm (1972), critica esta ideolog?a: ?Como toda superestructura ideol?gica, el deporte
tiende a la cohesi?n de la sociedad capitalista minada por sus contradicciones?.
Este soporte ideol?gico hace del deporte actual una actividad donde lo que importa exclusivamente
es el resultado, bien sea inmediato, esto es, la confrontaci?n deportiva valorada en n?meros, o del
resultado final, en utilidades o bienes productivos de una u otra categor?a. En cualquier caso, la
persona, productora de estos bienes, pasa desapercibida, pues as? es la intencionalidad ideol?gica
dominante.
La forma c?mo esa persona produce esos bienes, a costa de qu? mecanismos
propios es capaz de desencadenar esos productos, es lo que puede ser
fuente de educaci?n. El c?mo se van auto-estructurando esos mecanismos,
puede resultar educativo o no, en funci?n de las necesidades que plantea
la producci?n deportiva. As?, Meinel y Schnabel (1988) proponen: ?El
efecto de la actividad deportiva sobre el ser humano es la contribuci?n
decisiva y constituyente para el desarrollo de una personalidad
multifac?tica?
Por lo tanto, la actividad deportiva del ser humano acceder? a niveles
educativos siempre que en su realizaci?n conlleve la necesidad y la
responsabilidad de referencia hacia la persona que realiza esa actividad,
no sobre el posible resultado. No puede estar fundamentada en ideolog?as
que condicionan toda la pr?ctica, conduci?ndola hacia fines que ser?n
siempre coyunturales, sino que debe basarse en la ciencia para configurar
un tipo de pr?ctica que comprometa ?ntegramente a la personalidad del
deportista, que es un objetivo intemporal y prioritario.
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2.
?Qu? es lo Educativo de la Pr?ctica Deportiva?
En Otros T?rminos: ?Cu?les son los Valores Educativos del Deporte?
En una primera aproximaci?n podemos decir que un acto educativo depende y
est? en funci?n del pensamiento pedag?gico que lo soporta. La ciencia del pensamiento es la filosof?a, a ella
debemos acudir para abordar los valores educativos sea cual sea la actividad humana requerida. Ya
Arist?teles y Plat?n, o los m?s modernos: Dewey, Arnold, Thompson, o Carr, fil?sofos interesados
por la educaci?n, nos permiten lograr una aproximaci?n cient?fica al pensamiento pedag?gico sobre
el que puede descansar una pr?ctica deportiva de altos valores educativos. Sobre esa base filos?fica,
deben fundamentarse otras ciencias emp?rico-conceptuales? que den soporte a una pr?ctica
auto-estructurante de la personalidad del deportista. Por medio de ellas, debemos descubrir lo que la
pr?ctica deportiva aporta al sujeto que la practica, en referencia a su propia autonom?a, de la que
depende el conocimiento y dominio sobre s? mismo y en consecuencia, el de las cosas f?sicas que le
rodean, as? como las relaciones o valores, sociales, ?ticos, y est?ticos que
pueden adornarlas. Esta auto-estructuraci?n se reduce al problema de la conversi?n en s? mismo, que es tambi?n el de la
propia liberaci?n. Como dice Hubert (1977): ?Esta acci?n sobre s? mismo es posible porque el individuo
pone en acci?n energ?as inherentes a su propia conciencia, puesto que ellas son las leyes mismas de
su funcionamiento?.
Lo educativo de las pr?cticas deportivas no es el aprendizaje de sus t?cnicas o t?cticas, ni siquiera
los beneficios f?sicos y ps?quicos de una buena preparaci?n f?sica que sustenta su rendimiento, sino
que lo realmente y ?nico educativo son las condiciones en que puedan realizarse esas pr?cticas que
permitan al deportista comprometer y movilizar sus capacidades de tal manera que esa experiencia
organice y configure su propio yo, logre su auto-estructuraci?n. Pero, que el sujeto
conozca, eval?e su auto-estructuraci?n y sea consciente de ella es posible s?lo
cuando la experiencia propuesta deja las opciones abiertas a las libres decisiones de la
reflexi?n individual y satisfacer la exigencia de crear una propia visi?n de esta
experiencia. ?sta excede el marco de los fen?menos tratados y puede configurar
sistemas de categor?as cognitivas que ir?n definiendo una auto-estructuraci?n de la
personalidad del que ha vivido as? la pr?ctica.
Por lo tanto, las condiciones en las que se practiquen las tareas del aprendizaje
deportivo es lo educativo, pues es lo que conduce a la auto-estructuraci?n de una o
otra forma de la personalidad del deportista, mientras que la t?cnica y la t?ctica no
son m?s que una consecuencia, producto de la interpretaci?n en una ?poca, que
permite conocer aquel medio que estad?sticamente es m?s eficaz para alcanzar el
fin deseado. Este conocimiento debe d?rselo el entrenador al deportista, pero en
una situaci?n que permita ir m?s all? que la simple ejecuci?n del
modelo, que permita una experiencia abierta a las condiciones ya antes
indicadas. Los valores educativos del deporte no son aquellos que de manera habitual se le atribuyen de
forma ex?gena: salud, compa?erismo, respeto a las normas..., sino, esos otros que
de forma end?gena se van configurando en el individuo gracias a las condiciones
en las que practic? esa, cual fuere, especialidad deportiva.
Debemos no adjudicar ciertos valores educativos a tal deporte, y tales otros a
aquel otro; este o aquel deporte ser? m?s o menos educativo, no por su riqueza en
gestos t?cnicos, no por su profusi?n t?ctica, sino, por c?mo ese entrenador articula
las condiciones en las que el deportista aprende esa especialidad, y en qu?
situaciones desarrolla su competici?n. La primera causa siempre depende del
entrenador, la segunda, en algunos casos no. El entrenador debe conocer, con el apoyo de
las ciencias espec?ficas, las distintas estructuras humanas que compromete con
sus propuestas y sobre todo c?mo funciona su interacci?n, para que su actividad
no est? sujeta a mitos ideol?gicos, sino que est? respaldada por el conocimiento
cient?fico. Parte de este conocimiento tiene que llegar, evidentemente, al deportista
para que de esta forma, entrenador y entrenado compartan la misma filosof?a
educativa.
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3.
?Tiene el Deporte, en su Configuraci?n, Suficientes Contenidos
para ser una Actividad Educativa?
Las situaciones que el entrenador y deportista comparten por medio de la ejecuci?n de tareas
deportivas, pudieran ser las mismas que podr?a suscitar el conductor de cualquier otra actividad no
deportiva. De no ser as?, ?qu? valores tiene el deporte, diferenciados con esas otras posibles
actividades? Para aclarar estas cuestiones, pensamos que debemos recurrir a la esencia del juego
deportivo, y los valores intr?nsecos que configuran este tipo de pr?cticas motrices. De entre ellos, es
el valor agon?stico quien confiere la intencionalidad competitiva, la lucha contra algo o
alguien, que puede ser uno mismo. Lo agon?stico, es a la vez, ciencia y arte del
combate, por su etimolog?a se puede entroncar en los ?agones?, juegos que ya en la ?poca hom?rica
exist?an, y en la posterior cultura helen?stica se desarrollaron, tanto dedicados a la medicina (Efeso), como a la m?sica y
competiciones atl?ticas, en otros lugares. De aqu? su doble valor de ciencia y arte que ha llegado
hasta nuestros d?as.
Los elementos agon?sticos desencadenan en el sujeto la participaci?n de mecanismos cognitivos que le permiten entre otras realizar las siguientes funciones:
-Localizaci?n e identificaci?n de elementos significativos del entorno con la
l?gica de la auto-experiencia y su posterior posible simbolizaci?n.
-Descubrir las relaciones concurrentes en las situaciones vividas as? como
las diferentes categor?as de esas relaciones.
-Estructurar jer?rquicamente las relaciones y las situaciones para formalizar
juicios de valor, que son puestos de forma inmediata a la autocr?tica de la
propia acci?n.
-Descubrir, con la pr?ctica, la estructura del juego para dise?ar su vulnerabilidad.
-Construir distintos encadenamientos de acciones, todas ellas m?s o menos
compatibles, con la situaci?n competitiva que se ha dise?ado, o vivido.
-Tomar decisiones para la elecci?n de las tareas con m?s o menos riesgo,
valorando ?stas desde las distintas opciofles personales, grupales, temporales, compromiso f?sico... Todo ello, sin renunciar a la
compatibilidad con el objetivo.
-Elaborar y dise?ar tareas seg?n datos temporales que, por su inmediatez,
desencadenen la aparici?n de comportamientos instintivos. Algunos entrenadores definen este tipo de comportamiento como
instinto asesino, que lo exigen a sus jugadores en los momentos decisivos de la confrontaci?n.
Descubrir el momento y dise?ar las tareas que hacen m?s da?o al oponente,
hasta destruirlo.
-Evaluaci?n subjetiva de acontecimientos, a nivel inmediato, o a mayor plazo,
seg?n los datos que por contraste con el resultado pueden manejarse.
-Control del nivel del auto-afirmaci?n tras la evaluaci?n realizada, y haber
sido conceptual izada por interacci?n con otras teor?as o hechos acontecidos,
bien con anterioridad, o simult?neamente con la pr?ctica deportiva.
La activaci?n de ?stas y algunas otras funciones nos permiten auto-configurar
la personalidad agon?stica del deportista. El entrenador y el deportista deben crear
situaciones competitivas que logren esta activaci?n selectiva sobre cada una de
ella y optimizar su funcionamiento.
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Otro de los valores del juego deportivo, es el l?dico. ?ste, permite localizar la
intencionalidad de su acci?n significante en el atractivo de lo intrascendente, de lo
festivo-social, y como tal, sujeto a alg?n tipo de norma m?s o menos sofisticada.
Puede que tenga su origen en los antiguos ejercicios combativos, ritos de caza, o
actos de car?cter religioso que aunque festivos, est?n sujetos a rituales
que el tiempo, y las tradiciones culturales, transforman en normativas. No se trata de ganar, se trata
de pasarlo bien de una forma m?s o menos organizada. Pero el horno ludens de Huizinga (1972) o el
ludus de Caillois (1958) nos conducen irremisiblemente a identificar lo l?dico, con el juego. El valor
l?dico en el deporte no es para nosotros esa identidad, sino que representa el contrapunto, el
equilibrio necesario para el agon, sin ?l, toda actividad deportiva terminar?a fatalmente. Lo l?dico
a?ade adem?s la voluntariedad en la participaci?n, lo que es s?ntoma inequ?voco de dos
cuestiones: la primera, la identificaci?n personal con ese tipo de pr?ctica. Afinidad
nacida del propio conocimiento personal, que permite al deportista contrastar y poner a prueba si sus convicciones acerca de su
auto-conocimiento te?rico, se ajustan a la realidad pr?ctica. Desemboca, por tanto, en una actividad
hecha por gusto, no por el inefable tener que ganar, del ag?n; la segunda es la afiliaci?n. La necesidad de continuar en la pr?ctica aunque el ag?n pueda conferirle aspectos a priori
no deseados. Por lo tanto, esta voluntariedad aporta al individuo la posibilidad de
practicar durante mucho tiempo esa actividad deportiva, no ceder al impulso
destructivo del agon, una vez satisfecho por el triunfo.
Lo l?dico en el deporte tambi?n permite desvelar las ?reas de intersecci?n entre
dos territorios, el social y el personal. Estos dos territorios confluyen necesariamente en la normativa del deporte que
no debe ser interpretada como arbitraria sino como tradici?n cultural. Porque lo l?dico, no lo
olvidemos, es ritual en su g?nesis y, por tanto, normativo y cultural. La aceptaci?n de una normativa
va en detrimento de la libertad personal, aqu? est? la intersecci?n entre territorios que antes indic?bamos, y que s?lo puede ser resuelta con la aceptaci?n individual.
La inmovilidad de la norma da sentido a la tradici?n ya trav?s de ella se percibe
el trasfondo cultural que constituye un aspecto del contenido social del deporte, y
permit,e al individuo que lo practica, socializarse.
Estas caracter?sticas de lo l?dico despiertan en el sujeto aspectos espec?ficos
de su identidad cognitiva que podemos expresarlos por medio de los siguientes valores:
-La identificaci?n de un entorno organizado por la norma y poderlo someter al
flujo de la propia actividad para as? poder identificar inmediatamente las
circunstancias personales que la normativa diluye o potencia.
-La aceptaci?n t?cita de la norma exige la continua elaboraci?n de las posibles relaciones
interpersonales e intergrupales que la norma induce, lo que permite declinar a veces los propios
intereses en funci?n de los del grupo.
-Asumir compromisos personales frente a determinadas funciones motoras o
no motoras, que se articulan por acuerdos con el grupo con quien se comparte la pr?ctica.
-Descubrir estrategias y explorar nuevas formas de estructurar el espacio e
interpretar las relaciones interpersonales que la norma permite y no son utilizadas mayoritariamente, logrando construir una
actividad deportiva m?s inteligente y personalizada.
-Analizar la g?nesis del micro-modelo grupal estructurado por las condiciones de la norma, para
establecer su posible proyecci?n a los macro-modelos sociales y leyes que los configuran.
-Elaborar y modificar normas para experimentar su efecto sobre la autogesti?n de tareas con
intereses motrices personalizados.
Gracias a estos valores, la actividad l?dica del ni?o o del escolar, que invierten
mucho tiempo imitando gestos y acontecimientos de los mayores de manera
inconsciente, se transforma, de manera que el deportista sumido en una pr?ctica
modelada por estos valores ve sometidas sus capacidades cognitivas a una constante
ejercitaci?n. Su secuencia y distribuci?n temporal, propuestas por el entrenador
educador, ocasionar?n la auto-estructuraci?n de la personalidad l?dica
del participante desde el mismo momento de su pr?ctica.
El ?ltimo de los valores del juego deportivo lo podemos denominar eron?stico,
no en la acepci?n sexual de la escuela psicoanal?tica, sino como m?vil de gran
parte de los actos humanos, centr?ndolos en aquellos que realizamos sin otra
intencionalidad que el gusto, o el placer de hacerlos. No debemos olvidar que, en
las teogon?as griegas m?s antiguas, Eros era un dios creador, uno de los
elementos fundamentales del mundo. Por ello, en nuestros d?as, se transforma en un impulso
fundamental para crear nuestra propia actividad, o una forma placentera de
enfrentarse a las actividades corporales. El deporte evidentemente es una de las
m?s importantes actividades corporales en nuestra cultura y como tal puede ser
entendido, y en toda su pr?ctica se vierten elementos de gran carga er?tica, tanto
real, como proyectiva. El deportista tiene como instrumento su propio cuerpo y este
es fuente de hedonismo tanto fisio-biol?gico, como mental, en el m?s amplio
sentido de las palabras.
Por ello, debemos entender que algunos deportistas se sientan atra?dos por
deportes que entra?an riesgo, incluso peligro, otros, por aquellos que implican aspectos de comunicaci?n o de expresi?n; no
son menos los que son practicados por su valor de desarrollo f?sico que confiere un buen grado de
autarqu?a a quienes los practican, otros en fin, como catarsis. Todas estas opciones y algunas m?s
que pueden plantearse tienen en com?n aspectos proyectivos de la personalidad que,
durante el tiempo en que se est? auto-configurando, ensaya e interpone elementos
er?ticos para fijar y jerarquizar su propia estructura.
Es posible que a trav?s de este valor eron?stico se transfundan los elementos
de talento a la pr?ctica deportiva. La evitaci?n, durante el acto deportivo, de situaciones que deterioran personalmente este
componente er?tico potencia la pr?ctica del ejecutante, mostrando talento en ese grupo de acciones,
pues as? sostiene, y construye, ese aspecto de su fundamentaci?n er?tica personal, que es corpus
fundamental de su personalidad.
?Hay alg?n gran campe?n de cualquier especialidad que no le guste el deporte
que practica? ?Hay alguna persona que en su tiempo libre practique un deporte
que no le ocasiona satisfacci?n? Este valor er?tico no puede, como en los casos
del agon o ludus, circunscribirse al momento de la pr?ctica, sino que las situaciones vividas en la pr?ctica eron?stica deben ocasionar en la personalidad
del practicante una huella que permita transferir esa situaci?n actual de la pr?ctica, a las distintas
situaciones que el sujeto pueda vivir en el resto de actividades de su vida.
De esta forma hacemos que cambie la visi?n que una persona tenga del mundo, o
por lo menos disponga de unos par?metros estables para esa visi?n distinta y
personalizada.
Si vivimos una pr?ctica deportiva con un impulso er?tico fundamentado en valores est?ticos,
dise?ada de tal forma que esos valores configuren todas las acciones deportivas y el deportista
siente satisfacci?n con esa tendencia, las estructuras cognitivas jerarquizadas seg?n esa categor?a
se configuran de una forma tan estable, si la tarea practicada as? lo permite, que el mundo de ese
deportista ?se ti?e? de contenidos est?ticos e impregna todas las dem?s actividades que el sujeto
realiza configurando su personalidad. El componente eron?stico de la pr?ctica deportiva
le confiere a ?sta su incre?ble potencial para fijar y posteriormente proyectar la actividad total del individuo en un
determinado campo del conocimiento. No es de extra?ar que los ni?os que se sientan atra?dos por los
aspectos de orden, disciplina y sacrificio de una pr?ctica deportiva puedan ser los ideales sujetos
para la elecci?n en su futuro profesional, de una opci?n paramilitar en la que esos elementos configuran la personalidad predominante en esa profesi?n. Estos dos aspectos, el
formativo y el proyectivo, del valor eron?stico de la pr?ctica deportiva no se pueden
lograr en unas condiciones neutras de actividad durante la pr?ctica del deporte en
cuesti?n, sino que deber? lograrse un ambiente de gran interacci?n entre los elementos de la pr?ctica, y relaciones altamente significantes,
organizadas, y autorreplicantes.
Por todo lo aqu? expuesto, podemos asegurar que el deporte no solo tiene suficientes contenidos en
su configuraci?n para ser una actividad educativa, sino que posiblemente sea la realizaci?n humana
que m?s pueda estructurar la personalidad del que la practica. Con los aspectos que hemos tratado,
podemos asegurar que los valores agon, ludus y eros, fundamentos del deporte, pueden configurar la
personalidad del que vive una pr?ctica deportiva entendida como hemos expuesto. As?
mismo, podemos indicar que aquel sujeto que no practic? deporte en estas condiciones puede tener lagunas
en algunos aspectos fundamentales de su educaci?n si no hizo un sin fin de otras actividades que le
habr?n podido, en el mejor de los casos, aportar situaciones vividas parcialmente y que s?lo la
pr?ctica deportiva es capaz de aglutinar y ofrecerlas en coyunturas de alto valor educativo.
Por todo ello, consideramos a la pr?ctica deportiva, as? constituida, como insustituible en la
educaci?n de la persona del alumno y este tipo de pr?cticas incluidas en otras con la misma filosof?a
de la acci?n motriz, constituyen la denominada Educaci?n F?sica y Deportiva, que debe ser entendida
como la educaci?n que se logra a trav?s de las estructuras f?sicas que soportan el movimiento
humano que son capaces de configurar la totalidad de la personalidad del alumno. Nunca, como la
educaci?n de lo f?sico, que pertenece al hombre, a su cuerpo. Esto est?, sin duda,
integrado en el anterior compromiso. No es el cuerpo el que se mueve, es la persona quien se mueve, y por tanto
una opci?n muy importante de movimiento es la opci?n deporte, que involucra necesariamente a
todas las estructuras de la personalidad de quien se compromete en esa acci?n. De este compromiso
nace la posibilidad de auto-educaci?n a trav?s de realizaci?n de pr?cticas motrices en situaciones
que permitan una interacci?n con el entorno en los t?rminos inteligentes que
hemos propuesto. |
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4.
Cr?tica del Deporte Realizado en la Escuela
Bajo la perspectiva expuesta en el apartado anterior, podemos asegurar sin
miedo a confundirnos que, en general, el deporte que se hace en el medio escolar
no es educativo. No es una pr?ctica conformadora, sino deformadora de la personalidad del practicante, pues s?lo estimula
algunos aspectos puntuales y, por lo
tanto, deforma la homogeneidad que debe sugerir toda actividad educativa.
El deporte escolar se presenta como un modelo reducido del macromodelo
deportivo, y antesala de ?ste. En sus sesiones se ense?an las t?cnicas y t?cticas que
en las pr?cticas de los profesionales est?n vigentes, y ello no ser?a malo, si esto no
fuera el fin educativo que se enarbola como justificaci?n de las mismas.
Se elaboran mini-deportes que en su origen son adaptaciones, teniendo en
cuenta elementos morfo-funcionales de los principiantes, pero en la realidad son
las mismas formas y finalidades que el deporte-grande.
Estas adaptaciones del reglamento, atendiendo a los par?metros indicados, son
del todo insuficientes para construir modelos dirigidos hacia la persona, no al
deporte, Pero a?n as?, no son mayoritariamente aceptadas en la iniciaci?n, por tener
grandes problemas de transferencias posteriores al modelo dominante, lo que pone
m?s aun en evidencia su validez, aumentando el desconcierto pedag?gico que generan esas pr?cticas. Por otro lado, el profesional que practica un
deporte dispone
de todo el tiempo necesario para entrenarse y poder competir, mientras que el
tiempo dedicado al deporte escolar es, a todas luces, insuficiente para asimilar
toda esa cantidad de cosas, para aprender, del modelo profesionalizado. Vienen
las prisas y aquello de que el fin justifica los medios, realiz?ndose pr?cticas
injustificables desde cualquier perspectiva pedag?gica, desatendiendo incluso las
m?nimas condiciones exigibles a una pr?ctica con seres inteligentes. Esta pr?ctica
no s?lo es inadecuada sino tambi?n incongruente, pues se aplica en forma
indiscriminada a todos los alumnos de la clase, incluso al total de los escolares de
esa instituci?n docente, cuando s?lo con mucha suerte tres o cuatro alumnos, en el
mejor de los casos, podr?n realizar el deporte a nivel competitivo que se les ense?? de esta forma, para ese fin. Los entrenadores se lamentan del nivel de
abandono de la pr?ctica deportiva cuando los alumnos tienen cierta edad, y lo atribuyen a
los estudios, a las compa??as, a cualquier cuesti?n, evitando las personales de falta de competencia y
atracci?n por la actividad, que seg?n Marc Durand (1988) son las principales causas del abandono.
Ambas soslayables con una pr?ctica orientada seg?n lo indicado en nuestra anterior
propuesta.
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Si ?stas son las condiciones en que mayoritariamente se realizan las pr?cticas,
la situaci?n en la que compiten nuestros escolares no es menos anacr?nica. Por
un lado est?n los intereses de las instituciones que desean, por aquello que lo
importante es participat; unas competiciones multitudinarias, no hay m?nimos, no hay
selecciones, todos participan. Ocasionan estas condiciones, su encarecimiento
que conlleva su reducci?n, y su masificaci?n con los graves problemas de
infraestructuras, pues es necesario concentrar gran n?mero de confrontaciones en
escasas horas y lugares. De otra parte, est?n los deportistas, que aprisionados por
las reglas de competici?n, no pueden dar gusto a todas sus necesidades
competitivas. Solo les dejan participar en un n?mero de actividades
deportivas, deben sufrir en sus propias carnes la heterogeneidad que la masificaci?n
ocasiona, s?lo est?n inducidos por motivaciones extr?nsecas, las competiciones m?s interesantes
coinciden con los ex?menes m?s importantes, y pod?amos relatar un sinf?n m?s de
situaciones que conducen inexorablemente al abandono. Pero a?n hay otra parte
implicada, y que influye de modo fundamental en la competici?n, la familia del
deportista. En estas edades, el entorno familiar es decisorio para la permanencia en la
competici?n. Desde la familia que se empe?a y ven a su hijo campe?n, atosigando
a su entrenador, colegio, y al mismo protagonista, hasta aquella que tiene
organizado el fin de semana, ignorando, o dando otras opciones, en la mayor?a de los
casos coyunturales, al inter?s del ni?o deportista. Tanto una situaci?n como la otra
son l?mites, pero habituales, y las intermedias, por neutras, tampoco satisfacen y
acomodan el entorno del deportista. Esta situaci?n de intereses encontrados
desvirt?a la competici?n y la irracionalidad se apodera de la misma, haci?ndola
insostenible, pues no hay una compatibilidad entra la pr?ctica y la competici?n, no
existe un modelo pedag?gico de la pr?ctica que se vea reflejado en unas condiciones
pedag?gicas de su momento competitivo. Y aunque reconocemos que algunas
instituciones intentan lograr un clima m?s educativo en los planteamientos pedag?gicos
de sus competiciones, no se encuentran con el entorno favorable para reconducir
el deporte escolar, por falta de incomprensi?n de los dem?s estamentos
implicados, que se sienten agredidos en sus intereses, y despose?dos de sus
competencias. Por todo ello creemos necesario modificar totalmente las condiciones del
deporte escolar, con las propuestas que a continuaci?n sucintamente
exponemos.
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5.
Propuestas B?sicas para un Deporte Escolar Educativo
La primera propuesta es previa a todas, y consiste en desvincular la ?Pr?ctica
Deportiva Escolar? (P.D.E.) -la de aquellos alumnos que en determinada edad
presentan talento para una especialidad deportiva- de la ?Pr?ctica Escolar
Deportiva? (P.E.D.) del resto de alumnos que no disponen de este talento.
Debemos secuenciar estas dos pr?cticas. La Pr?ctica Escolar Deportiva (P.E.D.) es com?n a todos y
previa a la otra pr?ctica especializada. Debe permitir la educaci?n de toda la poblaci?n escolar, y
orientar a los que tienen talento hacia una posible especializaci?n, pero tambi?n permite la pr?ctica
del resto de los ni?os/as. En un momento dado, las dos pr?cticas llevar?n caminos distintos. El
escolar con talento realizar? los dos tipos de pr?cticas mientras pueda; el resto, s?lo la no
espec?fica (P.D.E.). El momento de esta separaci?n estar? sujeta a criterios objetivos como: grado de desarrollo
biol?gico, entorno del deportista, afinidad psicol?gica con la pretendida especialidad, evaluaci?n
objetiva de los aprendizajes espec?ficos, componentes cognitivos, etc. Como vemos, todos ellos,
referidos al sujeto, que es el protagonista, el deporte ser? sencillamente el decorado y la especialidad
el argumento, las instituciones no deben de aparecer en esta obra.
La ?Pr?ctica Escolar Deportiva? (P.E.D.) y sus condiciones para la competici?n
Es fundamental separar la Pr?ctica Escolar Deportiva (P.E.D.) de cualquier tipo
de ideolog?a recurrente, para ello, es necesario desvincularla del estatismo
institucional ya establecido, que siempre transmitir? su ideolog?a. Para ello, proponemos los siguientes criterios:
-Incluirla dentro del horario escolar y con tiempo suficiente.
-En instalaciones no necesariamente reglamentarias, ya poder ser dentro de
la propia instituci?n escolar, o en colindantes.
-Cada sujeto competir en el mayor n?mero de especialidades institucionalizadas y no
institucionalizadas.
-Modificar seg?n criterios pedag?gicos las reglas del deporte, que no deben
desvirtuar su esencia, y sobre todo su normativa de competici?n.
-Implicar a la familia en labores de organizaci?n, gesti?n yarbitraje.
-Relacionarla con otras manifestaciones competitivo-culturales de otras
materias escolares.
-Eliminar de ella todos los elementos que la identifiquen con los deportes
institucionalizados, uniformes, jueces y ?rbitros federados, clasificaciones
convencionales, categor?as de los contendientes atendiendo s?lo a la edad,
instrumentos reglamentarios, trofeos y distinciones tradicionales, etc.
La competici?n as? construida lograr? los objetivos pedag?gicos dirigidos al sujeto, para configurar su
personalidad ag?nica, satisfaciendo sus necesidades individuales.
La ?Pr?ctica Escolar Deportiva? (P.E.D.) y sus condiciones de entrenamiento
Aunque decimos condiciones de entrenamiento utilizando terminolog?a cl?sica,
son realmente las connotaciones que debe tener en cuenta el entrenador durante
las pr?cticas de cada d?a, con el objeto de crear en ellas un ambiente y unos objetivos pedag?gicos compatibles con las condiciones que se
logran en la referida competici?n.
Las sesiones, para obtener una adecuaci?n individualizada a la competici?n,
deben equilibrar el componente ag?n con los componentes ludus y eras, para poder construir tareas que permitan al
deportista conformar su personalidad. Para ello, el entrenador deber? tener una formaci?n pedag?gica
s?lida que le permita:
-Proponer situaciones para la activaci?n perceptiva del deportista y estimular
la identificaci?n plena de la informaci?n que dispone, as? como su tratamiento polarizado en el fen?meno deportivo que se
trate.
-Disponer de una gran variabilidad de formas jugadas con muy diferentes estructuras internas para
ponerlas a disposici?n del deportista en sus pr?cticas.
-Construir propuestas de tareas que contengan ?bloques tem?ticos" comunes a varias especialidades
deportivas, y promover su aplicaci?n individual espec?fica como elementos de actividad personal.
-Recurrir continuamente a la auto-observaci?n, al auto-control y la auto-evaluaci?n del ejecutor.
-Estimular al deportista para dise?ar sus propias pr?cticas y organizar o
controlar las de los que con ?l comparten la actividad.
-Incluir elementos de variaci?n temporal en todas las tareas, una vez reconocidas por el deportista en
su dimensi?n espacial.
-Crear situaciones que estimulen la toma de decisiones a nivel individual, y
colectivo, en ?mbitos muy diferentes, con normativas estables e inestable,
pactadas e impuestas.
-Permitir e incitar a interpretar y comunicar las situaciones vividas, por muy
diferentes canales, estimulando aquellos que menos sean utilizados individualmente.
-Analizar la pr?ctica individual lo m?s objetivamente que le permitan los medios que logre disponer, y
ponerla a disposici?n del ejecutor.
Podr?amos ampliar todas estas propuestas y a?adir muchas m?s, pero consideramos que el lector
tiene informaci?n suficiente, con lo hasta aqu? expuesto, para entender el ambiente que debe presidir
en las pr?cticas construidas con estos criterios.
La ?Pr?ctica Deportiva Escolar ? (P.D.E.) y sus condiciones para la competici?n
Por ser pr?ctica minoritaria en al ?mbito escolar, ya que s?lo debe ser practicada por los individuos
con talento, su entorno competitivo debe configurarse con aproximaciones sucesivas hacia el modelo
dominante en la especialidad que se trate. No importa que se instale en el l?mite de lo educativo, pues
el practicante de esta opci?n ya ha realizado el otro deporte (P.E.D.) y debe compatibilizar los dos,
mientras su implicaci?n en ?ste se lo permita, pero siempre ha de ser suficiente
para que su educaci?n pueda ser correcta. Creemos que debe ser el entrenador de
la Pr?ctica Escolar Deportiva (P.E.D.) y el propio deportista quienes conjuntamente
decidan el paso a la Pr?ctica Deportiva Escolar (P.D.E.) y su desvinculaci?n total
de la Pr?ctica Escolar Deportiva (P.E.D.). Las formas competitivas de esta opci?n
deben estar construidas siguiendo estos criterios:
-Debe ser realizada fuera del horario escolar y en instalaciones reglamentarias, aunque puedan ser
modificadas.
-Cada sujeto competir? en varias especialidades afines para progresivamente concentrarse en una
sola.
-S?lo deben modificarse las reglas de la competici?n, nunca las del juego.
-Someterse al arbitraje federativo, si bien ?ste debe ser modificado del estado actual.
-Incluir progresivamente los elementos de identificaci?n ya institucionalizados, para poder contrastar
la adaptaci?n individual a ellos.
La posibilidad individual de adaptaci?n consciente a estas condiciones permite
al individuo asumir el compromiso de forma progresiva, pero como contin?a vinculado, durante las primeras fases, a la
Pr?ctica Escolar Deportiva (P.E.D.), si no se encuentra atra?do por estas condiciones, puede regresar
sin traumas a esa pr?ctica, de la que no se siente desarraigado.
La ?Pr?ctica Deportiva Escolar? (P.D.E.) y sus condiciones de entrenamiento
Estas condiciones mantienen alta semejanza con las del entrenamiento profesional y para ?l deben
preparar al deportista.
No podemos romper con el ambiente de la Pr?ctica Escolar Deportiva (P.E.D.)
pero nos vamos alejando paulatinamente de ?l. La formaci?n pedag?gica del entrenador ser? fundamental para
mantener ese ambiente en el desarrollo de las sesiones. No se trata de educar a esa persona, se
intenta que esa persona educada logre ser un deportista de ?lite en una determinada especialidad y,
si tiene suficiente talento, pueda ser profesional en aquel deporte durante el tiempo que su naturaleza,
formaci?n y porque no, suerte, se lo permitan. Pero, ese deportista, cuando
est? en su pr?ctica, tiene, irremisiblemente, que haber completado su educaci?n
con la ejecuci?n de la Pr?ctica Escolar Deportiva (P.E.D) porque tanto durante,
como despu?s de ella, deber? ser una persona bien educada.
El entrenador de esta opci?n deber? construir, junto con el deportista, un
modelo de relaciones interpersonales que permitan elaborar tareas con, entre otros, los
siguientes criterios como m?s significados:
-Descubrir la estructura del juego e interpretarla de muchas formas, desarrollando aquella en la que
ambos coinciden, para que pueda as? florecer con toda la fuerza el talento individual.
-Ofrecer al deportista la mayor cantidad posible de informaci?n objetiva, tanto
en relaci?n a su ejecuci?n, como a su resultado, pero estimul?ndolo para el
acceso a esa informaci?n por cuenta propia.
-Contrastar los elementos de juicio, con los de auto-observaci?n, para lograr
la auto-afirmaci?n en base a resultados reales.
-Construir modelos de pr?ctica que sean estructurales, no monol?ticos unidimensionales, pues as? se
evitar? el anquilosamiento t?cnico. Estos modelos estructurales ser?n el desarrollo de aquellos
?bloques tem?ticos" de la Pr?ctica Escolar Deportiva (P.E.D.).
-Proponer modificaciones temporo-espaciales a todas las adquisiciones motrices, incitando a su
auto-exploraci?n para crear un deportista con opciones creativas, no estandarizadas.
-Situar al deportista en interacciones individuales, o grupales, independientemente de la categor?a de
deporte en que se especialice, si bien, progresivamente, ser?n m?s las espec?ficas, para su personal
formaci?n t?ctica.
-Estimular al deportista a que descubra sus identidades personales con las
del deporte que practica para que pueda jerarquizar sus intereses al modo
como los ha constatado en la pr?ctica real.
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6.
A Modo de Conclusi?n
Estas propuestas b?sicas permiten construir un nuevo modelo de deporte
escolar; que creemos es totalmente necesario. El modelo actual es, a todas
luces, no v?lido como medio educativo, puede ser discutido su valor
utilitario, y posiblemente aceptable su valor higi?nico. La opci?n que nace de estas propuestas, si bien est?
entroncada en el inter?s educativo del alumno, no descarta los otros valores que
van impl?citos en las condiciones de pr?ctica que hemos indicado. No es una
propuesta ut?pica pues m?s del 90% de ella depende exclusivamente del promotor de
la actividad que, si cuenta con el apoyo institucional de su centro, puede construir
efectivamente la propuesta. Basta con que varios profesionales docentes concuerden con estas propuestas para que
el 100% de las opciones sean viables.
M?s dif?cil es desarrollar institucionalmente la Pr?ctica Deportiva Escolar
(P.D.E.), ya que las condiciones de competici?n no dependen de los protagonistas
del deporte, sino de instancias ajenas que indefectiblemente est?n sujetas a ideolog?as, que conducen a la pr?ctica competitiva de esta
opci?n (P.D.E.), a intereses particulares, y/o coyunturales. Cuando una mayor?a de n?cleos de
pr?ctica sean afines a estas propuestas, las instituciones deber?n modificar sus esquemas y se
podr? decir que el deporte escolar es una realidad educativa, seg?n nuestro
entender.
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Bibliograf?a
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Huizinga, J. [1972]: Horno ludens. Alianza Editorial, Madrid.
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1992 Francisco Seirul-lo Vargas TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS |
www.EducacionMotriz.org
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? 2003 educacionmotriz.org
? 2003 motricidadhumana.com
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